Quiero transcribirles una nota del profesor Enrique Dans - Profesor del IE, de España -que ha publicado en su blog, me he permitido copiarlo integro, este es un tema no menor para que vean el nivel de presiòn que la industria fonográfica presiona incluso a universidades en EE.UU.
El Charles R. Nesson, Professor of Law en el Berkman Center for Internet and Society de la Harvard Law School. Sin duda, un profesor con lo que hay que tener: el primero, junto con su coautora, Wendy Seltzer, en plantarse frente a las demandas de la Recording Industry Ass. of America (RIAA) y escribir una carta, titulada “Protect Harvard from the RIAA“, en la que afirma taxativa y claramente que las universidades no deberían ceder ante las pretensiones de esta asociación, que demanda que monitoricen el uso de Internet por parte de sus estudiantes, identifiquen a aquellos que descargan materiales sujetos a copyright, y envíen sus pre-litigation letters, un aforismo legal que denomina a las cartas enviadas a los usuarios exigiendo un pago como forma de evitar ir a juicio.
En su carta, referenciada ayer en Slashdot, hay frases tan claras como éstas (traducción completamente libre):
“Esas acciones distorsionan la misión educacional de la Universidad. Imponen costes financieros y de otros tipos, incluyendo la falta de respeto a la privacidad, la limitación del acceso a genuinos recursos educacionales y la restricción de oportunidades para la expresión creativa (…)
Es más fácil litigar contra el cambio que cambiar con él. Para proteger su negocio actual, la RIAA pretende que amenacemos a nuestros estudiantes, convirtamos a administrativos y bibliotecarios en policías del copyright, e inundemos los tribunales con demandas a familias indefensas sin abogados y sin medios fácilmente disponibles para hacer frente a los pagos demandados. Entendemos el atractivo para la industria de recurrir a las demandas para proteger un modelo de negocio caduco, frente a la vía de la experimentación con tecnologías disruptivas y los riesgos que los nuevos modelos de negocio pueden traer consigo. Pero el que lo entendamos no es razón para que la Universidad asista voluntariamente a la RIAA en sus tácticas abusivas y amenazantes. En lugar de eso, deberíamos asistir a nuestros estudiantes explicándoles la ley y resistiéndonos a las peticiones de datos que la RIAA nos envíe. Deberíamos dedicar nuestros recursos y nuestros estudiantes en programas de prácticas a la defensa de los estudiantes afectados. Deberíamos hacer lobby ante el Congreso para forzar la retirada de las draconianas leyes de copyright que la industria del copyright ha forzado contra nosotros. La propiedad intelectual puede ser eficiente cuando sus límites son el sentido común.”
Más claro, agua. Una carta valiente, directa, que pone de manifiesto hasta qué punto están los Estados Unidos haciendo el ridículo con la defensa a ultranza de un modelo de negocio caduco, propio del siglo pasado y completamente inválido en el presente por mucho que intenten retorcer las leyes a su favor y crear engendros como la DMCA, que la semana pasada sin ir más lejos, con el episodio del código de desencriptación del HD DVD, demostró el absurdo conceptual de pretender proteger aquello que de ninguna manera puede ser protegido. Esperemos que la carta sirva para despertar unas cuantas conciencias dormidas a lo largo del panorama universitario y político de los Estados Unidos.
En su carta, referenciada ayer en Slashdot, hay frases tan claras como éstas (traducción completamente libre):
“Esas acciones distorsionan la misión educacional de la Universidad. Imponen costes financieros y de otros tipos, incluyendo la falta de respeto a la privacidad, la limitación del acceso a genuinos recursos educacionales y la restricción de oportunidades para la expresión creativa (…)
Es más fácil litigar contra el cambio que cambiar con él. Para proteger su negocio actual, la RIAA pretende que amenacemos a nuestros estudiantes, convirtamos a administrativos y bibliotecarios en policías del copyright, e inundemos los tribunales con demandas a familias indefensas sin abogados y sin medios fácilmente disponibles para hacer frente a los pagos demandados. Entendemos el atractivo para la industria de recurrir a las demandas para proteger un modelo de negocio caduco, frente a la vía de la experimentación con tecnologías disruptivas y los riesgos que los nuevos modelos de negocio pueden traer consigo. Pero el que lo entendamos no es razón para que la Universidad asista voluntariamente a la RIAA en sus tácticas abusivas y amenazantes. En lugar de eso, deberíamos asistir a nuestros estudiantes explicándoles la ley y resistiéndonos a las peticiones de datos que la RIAA nos envíe. Deberíamos dedicar nuestros recursos y nuestros estudiantes en programas de prácticas a la defensa de los estudiantes afectados. Deberíamos hacer lobby ante el Congreso para forzar la retirada de las draconianas leyes de copyright que la industria del copyright ha forzado contra nosotros. La propiedad intelectual puede ser eficiente cuando sus límites son el sentido común.”
Más claro, agua. Una carta valiente, directa, que pone de manifiesto hasta qué punto están los Estados Unidos haciendo el ridículo con la defensa a ultranza de un modelo de negocio caduco, propio del siglo pasado y completamente inválido en el presente por mucho que intenten retorcer las leyes a su favor y crear engendros como la DMCA, que la semana pasada sin ir más lejos, con el episodio del código de desencriptación del HD DVD, demostró el absurdo conceptual de pretender proteger aquello que de ninguna manera puede ser protegido. Esperemos que la carta sirva para despertar unas cuantas conciencias dormidas a lo largo del panorama universitario y político de los Estados Unidos.
3 comentarios:
interesante artículo, pero muy dificil de leer. por favor, trate de escribir con mayor claridad. lo que no somos expertos en derecho se lo agradeceremos
Gracias por tu comentario, efectivamente el tema no es sencillo. Trataremos de ser más claro.
"La propiedad intelectual puede ser eficiente cuando sus límites son el sentido común".
Es impresionante el rol casi policial (y de espionaje) que ha asumido la RIAA los últimos años. Es cierto que están en defensa de intereses legítimos, pero los medios y mecanismos, tanto tentados como efectivamente empleados, dejan en asombro a cualquiera.
Lo peligroso es que alguien quiera tomar como modelo un sistema como el norteamericano.
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