Una reforma en el sistema de capacitación nacional debe avanzar hacia un modelo en formación por competencias donde se excluyan cursos pequeños que no agregan valor al trabajador ni permite generar la actitud, el conocimiento y la destreza necesarios para cumplir exitosamente las actividades que componen una función laboral, según los requerimientos del sector productivo.
El mercado laboral chileno demanda trabajadores capacitados. Las empresas chilenas deben hacer un gran esfuerzo por incentivar y motivar a sus trabajadores a seguir perfeccionándose, más aún, cuando las tasas de retorno demuestran cuán conveniente es invertir en educación y perfeccionamiento.
Hoy algunos señalan que los fondos públicos destinados a la franquicia tributaria para capacitación se "malgastan" según las conclusiones del primer informe de la comisión de expertos convocados por el Ministerio del Trabajo para estudiar esta materia. Los especialistas ya proponen reasignar estos fondos a modalidades más efectivas y de impacto real. Al hablar de los fondos públicos destinados a la franquicia tributaria podemos señalar que el gasto público en este instrumento supera los US$ 200 millones. Diversos estudios e informes señalan que 70% de los cursos financiados por esta vía duran menos de 17 horas y se requieren más de 140 horas para que conlleven un alza de sueldos de los trabajadores. A lo anterior se suma los cuestionamientos a los organismos que implementan su utilización.
En pleno siglo XXI la empresa nacional debe prepararse para competir incorporando mayor valor agregado a sus productos y también incorporando tecnología a sus procesos productivos, pero ello no será posible sin trabajadores capacitadores en estas nuevas técnicas y que sean capaces de desarrollar operaciones complejas y que aporten valor al desarrollo de productos. Para focalizar los presupuestos de capacitación a nivel nacional, debemos plantearnos cómo país la necesidad de focalizar directamente los recursos hacia los trabajadores y también hacia las empresas pequeñas y medianas que hoy son las generadores de gran parte de la fuentes laborales, son ellas las más vulnerables pero también las que tienen mayor oportunidades de desarrollo y crecimiento en una economía abierta al mundo.
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